"En un equipo no todos pueden tener la misma fama y prensa, pero todos pueden decir que son campeones"
Michael Jordan
Cuanto más pasa el tiempo en mi ya madura existencia, cuantas más etapas se van cumpliendo en ella más desarrollo la convicciòn de que todo lo que pasa tiene una razòn y que (casi) todo tiene lugar en el preciso momento en que tiene que ocurrir. Son muchos los momentos en que queremos quemar etapas, adelantar acontecimientos o retrasar otros según nuestro antojo. Sin embargo, la vida se encarga de situar todo en su correcto lugar. Solo tenemos que seguir las pistas, trabajar, ser constantes, mantener el esfuerzo y (casi) siempre el éxito llegará.
Algo parecido nos sucederá con las personas, como si cada ser con el que compartimos estadíos de la vida tuvieran su momento y su lugar. Conocemos personas que, aún siendo importantes, se quedan en el camino sin mucha más explicación. Por el mismo motivo otras permanecen en ella por tiempo, en casos, por siempre. Como si algunos tuvieran la única misión de acompañarnos un tiempo limitado y otros no terminaran nunca esa misión. No sabemos por qué, no lo pensamos, pero esas personas siguen ahí. Cambian las situaciones, las etapas, las vivencias, van y vienen, pero siempre están ahí. Su lejanía nunca es separación. Quizás son esas lejanías las que refrescan y otorgan mayores motivos de permanencia.
A David lo conocí cuando aún era un imberbe adolescente que peleaba por dejar atrás la rebelde pubertad. Tiempos en que, sin saber muy bien cómo, me vi colgando de las alturas. Nada de mi vida hacía presagiar lo que hoy soy, nunca imaginé qué camino iba a tomar. Hoy David sigue jugando con las nubes, desafiando a las montañas, mirando a los árboles más altos desde arriba con la única frontera del mar que nos rodea.
El camino ordinario suele ser estudiar y labrarse un futuro pero yo emprendí ese camino en la dirección opuesta y empecé mis estudios superiores cuando ya mi futuro tenía un horizonte. Ahí conocí a Jesús Agomar, un tipo peculiar, un tipo con una extraña mente de la que brotan caóticas 7 notas que el organiza con ese inmenso corazón para crear sonidos que emocionan.
La paradoja de esta vital experiencia es que nada de lo que me unió a estos dos hermanos es lo que me une a ellos ahora. Hace mucho que dejé de intentar ser ícaro para ser un preso más de la gravedad y hace mucho que la Historia pasó a ser historia en mi. Sin embargo, estos dos (impresentables) individuos siguen ahí.
Ya he contado por ahí como cambió mi vida aquel viaje a Senegal, aquella sacudida a la conciencia, la visita a una realidad tan próxima y tan lejana, el sofocante calor, la dureza del trayecto y mi comunión con la fotografía. A veces maldigo que ese "descubrimiento" de mi mismo tardara tantos años en llegar pero a buen seguro llegó cuando debió. Quizás fruto de la madurez personal, quizás fruto de la transformación de mi interior tras aquella aventura. Pasó cuando pasó.
La vida son etapas e Istanbul fue otro capítulo importante en el libro de mi vida. No por buscado menos inesperado. La repercusión de este viaje afectaría a este equipo que tiene en mi el nexo de comunicación. No es mi mérito, es la vida. Istanbul trajo una evolución en mi, un apoyo inmenso de muchos para sacar adelante un proyecto expositivo. Aquel apoyo requería el mejor de los trabajos. Era una responsabilidad haber contado con el aliento económico de tantas personas y era deber ofrecer un producto que estuviera a la altura.
Lo mejor de mi son quienes me rodean, sin duda. Mi mérito? Mis hermanos. Eso que ahora recibe el pomposo y comercial título de Coworking para nosotros no era más que un trabajo de colegas. Una cooperativa. Decía mi viejo que "una mano lava a la otra y las dos lavan la cara" y entendía poco de CoWorking. David y su productora La Pulgada, ya habían hecho un vídeo que sería parte fundamental del éxito del Crowdfunding. Apenas 30 segundos de imágenes que captaban al instante la atención del espectador. Ahora tocaba presentar algo grande, Jesús Agomar atendió a mi petición: "puto, necesito 5 minutos de música para montar un dvd con las fotos" y Jesús Agomar abrió su mente para que partieran notas al aire que su corazón ordenó en pentagrámica disposición.
La música pasó por mi camino de las manos de David y David se encargó de hacer que aquellas fotos bailaran en precisa armonía con la música compuesta por Jesús Agomar. Tenía pinta de ser algo grande. Llegó el momento en que Istanbul se dio a conocer, cuando las imágenes pasaron a papel impreso y colgaron de las paredes de la sala de exposiciones. Unas palabras y se hizo la oscuridad en el recinto. Cien personas en absoluto silencio esperando el momento en que Adventure e Istanbul comenzaban esta provechosa andadura. El retorno de la luz nos hizo comprender que no estábamos equivocados, era algo grande. Las caras de los espectadores no podían esconder la emoción sentida en aquellos apenas cinco minutos.
Istanbul ha tenido un recorrido excepcional, ha supuesto un buen número de exposiciones a lo largo de más de un año de vida y un calado mediático nada desdeñable. Pero aún guardaba una sorpresa. Jesús Agomar, a hurtadillas, había enviado aquel dvd a la convocatoria de unos premios nada menos que en Hollywood y como esa gente de lejos sabe mucho de Music&Media, ahí estará mi hermano el cuatro de noviembre esperando el momento del sabido "and the winner is...."
Para mi ya ha sido un triunfo...el triunfo de un equipo cargado de ilusión y de talento que han hecho de mis humildes fotos un espectáculo que emociona y transmite. Mi triunfo son mis hermanos. Gracias por hacerme mejor, putos!
Istanbul se verá, quizás por última vez, en el mes de Septiembre.
El equipo volverá a trabajar para llevarles a recorrer los rostros de Vietnam.
Gracias a todos por llevarnos en este viaje, le esperamos pronto.
La noticia en la Radio Televisión Canaria.
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